viernes, 8 de noviembre de 2013

Humberto Maturana Romesín



Nace en Chile en 1928, biólogo Ph. D. Harvard (1958). Estudia medicina (U. De Chile) y luego biología en Inglaterra y EEUU. Reconoce como sus maestros Gustavo Hoecker en Chile y a J. Z. Young en Inglaterra e indiscutiblemente se encuentra dentro del área de pensadores que ha influenciado G. Bateson.
Sus trabajos iniciales los desarrolla estrechamente ligado con Francisco Varela G.con quien publica en conjunto el notable ensayo De máquinas y Seres Vivos (Editorial Universitaria 1972, Santiago de Chile) y luego su obra más maciza El Árbol del Conocimiento (Editorial Universitaria, Santiago de Chile 1984).
En el primero del trabajos mencionados desarrolla en conjunto con Varela, la hipótesis de que los sistemas vivos pueden ser caracterizados como máquinas autopoiéticas es decir que están en: "...continua producción de sí mismos, a través de la continua producción y recambio de sus componentes, lo que caracteriza a los seres vivos y lo que se pierde en el fenómeno de la muerte."[i], " Su enfoque es de este modo mecanicista, en el sentido de que renuncia a toda explicación teleológica de los sistemas vivos y de que cada uno de ellos es explicado en términos de relaciones y no de las propiedades de sus componentes."[1] [ii] .
En la segunda obra señalada arremete -nuevamente junto a Varela, y Rolf Behncke C- con el desafío de revelar las bases del proceso de aprendizaje humano desde una perspectiva biológica, la respuesta que plantea en este trabajo proviene de la cibernética de segundo orden, es decir: la ciencia que aborda el estudio de las relaciones de la organización que deben tener los componentes de un sistema para existir en forma autónoma, en la cual, el observador es parte constituyente. Y fue consecuencia de "... plantearse el problema del conocimiento, no desde la perspectiva del sistema nervioso como se lo habían pedido, sino desde la perspectiva del operar biológico completo del ser vivo."[2] [iii] , "Decidí considerar que procesos deberían tener lugar en el organismo durante la cognición, considerando así la cognición como un fenómeno biológico." [iv] . En el mismo trabajo desarrolla las implicaciones que este enfoque tiene en los fenómenos sociales y en la conciencia y el lenguaje.

Alexander Romanovich Luria




Nació el 16 de Julio de 1902, en Kazan, Rusia. Sus padres eran judíos, Roman A. Luria, médico, y Eugenia Hasskin. A los 16 años Ingresó en la Universidad de Kazany en 1921 obtuvo el grado de licenciado, con tan sólo 19 años de edad. Durante su etapa de estudiante, centró su interés e investigación en la búsqueda de métodos objetivos para evaluar las ideas psicoanalíticas sobre las anormalidades del pensamiento y los efectos de la fatiga sobre los procesos mentales, así mismo, estableció la Kazan Psychoanalytic Association, y continuó sus estudios en Psicología.
En 1923, investigó sobre los usos de los tiempos de reacción para el estudio de los procesos de pensamientos en contextos laborales, lo cual le sirvió para obtener una plaza en el Instituto de Psicología de Moscú dónde desarrolló un procedimiento que denominó Método motor Combinado para evaluar procesos de pensamiento.
En 1924, conoció a Lev S. Vygotsky (1896-1934), cuya influencia sería decisiva para su carrera. Luria, junto a Vygotsky y Alexei Leontiev (1903-1979), estudiaron la forma en que los procesos físicos y sensoriales interactúan con las fuerzas culturales para producir las funciones psicológicas de los adultos. Ellos mismos definieron este acercamiento como histórico-cultural, destacando con ello la importancia de la mediación cultural en la constitución de procesos psicológicos específicamente humanos. También pusieron especial énfasis en el papel que el lenguaje juega en dicho proceso.
Durante los primeros años de la década de 1930 dirigió dos expediciones a Asia Central donde investigó los cambios en la percepción, solución de problemas y memoria, asociados con cambios históricos económicos y educativos (producidos por la revolución rusa y el establecimiento del Estado Soviético). Tales investigaciones confirmaban su postura histórico-cultural.
Posteriormente, cuando comenzó la represión política y las purgas de Stalin, Luria se apartó de sus investigaciones psicológicas, entrando a estudiar en la Escuela de Medicina, donde se especializó en Neurología, en particular en el estudio de la afasia. Durante la II Guerra Mundial colaboró con su nueva especialización, en el tratamiento de lesiones cerebrales. En 1943, fue premiado con el doctorado en Medicina.
Durante este periodo desarrollaría sus teorías sobre las funciones cerebrales en lo que posteriormente se ha conocido como Neuropsicología. Dentro de su modelo, las fuerzas culturales y ambientales influyen en el modo en que se desarrollan y funcionan los sistemas cerebrales.
Cuando la guerra concluyó, continuó con su trabajo, como Jefe del Departamento de Neurocirugía en la Universidad de Moscú, con excepción de un periodo de varios años, durante los que fue destituido por razones antisemitas. Durante tal periodo encauzó sus investigaciones en el desarrollo del pensamiento y el lenguaje con niños retrasados mentales. A finales de la década de 1950 se le permitió retornar a su labor, que continuó hasta su muerte, la cual ocurrió en Moscú, en Agosto de 1977, de un ataque al corazón. Su autobiografía, The Making of Mind, fue publicada póstumamente en 1979.
En los años anteriores a su muerte retornó a su sueño de construir una Psicología unificada en la que se estudiasen conjuntamente las funciones cerebrales y la actividad psíquica. De esta época son dos libros sobre análisis de casos individuales, The Mind of a Mnemonist: A Little Book about a Vast Memory (1968) y The Man With A Shattered World (1972), en que con un estilo literario propio de novelas realiza un pormenorizado estudio de un hombre con una memoria extraordinaria en el primer caso y otro con una importante lesión cerebral en el segundo.
Otras obras de Luria: The Nature of Human Conflicts. (1932), Speech and the Development of Mental Processes (1959), The Role of Speech in the Regulation of Normal and Abnormal Behavior (1960), Higher Cortical Functions in Man (1966), Traumatic Aphasia: Its Syndromes, Psychology, and Treatment (1970).
Luria es quizá uno de los psicólogos rusos más conocidos en el mundo occidental. Desde finales de la década de 1950, su trabajo fue ampliamente difundido y reconocido, publicándose muchos de sus libros y artículos en inglés durante las dos últimas décadas de su vida. Sus estudios en los campos de la Psicología y la Neurología, en aspectos que van desde el lenguaje, memoria y aprendizaje hasta la afasia, el retraso mental ó la influencia de lesiones cerebrales especifícas sobre la conducta, han contribuido al acercamiento de ambas en la nueva disciplina denominada Neuropsicología.
Sus ideas han alcanzado gran difusión en nuestros dias, especialmente gracias a la construcción de un Test, denominado Examen Neuropsicológico de Luria-Christensen, elaborado por su discípula, A. Christensen, y ampliamente utilizado en Neurología y Neuropsicología para el diagnóstico de las distintas funciones cerebrales

Enseñabilidad y Educabilidad

Abordar la enseñabilidad y la educabilidad como temas paralelos, en un contexto expositivo, no es del todo recomendable si se tiene en cuenta que cada una de ellas supone procesos de desarrollo completamente independientes. Pero, que en el contexto práctico ambos se relacionan y complementan, por ejemplificar, la educabilidad abre camino y cimenta la enseñabilidad, además, una y otra enfocan como objeto de estudio al ser humano garantizándole el proceso de aprendizaje durante toda su vida, el cual hace propio, de su personalidad e intelectualidad.

Etimológicamente el término educabilidad se compone de dos vocablos, educa (educable, educación, del lat. Educāre), formación, acompañamiento, desarrollo y -bilidad derivado del sufijo –dad, (cuando –dad se aplica a adjetivos verbales terminados en -ble, se forman derivados terminados en bilidad), proveniente del lat. -tas, -ātis, que significa 'cualidad', posibilidad de llegar a, potencialidad. Comprendiéndose entonces, desde tiempos de Herbart, quien fue el primero en utilizar esta expresión, como ductilidad y plasticidad y concepto fundamental de la pedagogía, lo cual ha servido como base para los distintos planteamientos que se han generado al respecto. Hoy, a través de los postulados de Paciano Fermoso se define como la posibilidad y categoría humana. Una posibilidad, porque significa la viabilidad del proceso educativo y la afirmación de que la educación es factible; una categoría humana, por cuando se predica del hombre esta cualidad. Del hombre se dice que es sociable, histórico, perfectible y educable. Entre todas las categorías humanas la educabilidad ocupa un lugar privilegiado y hasta es, para muchos, la más esencial de todas ellas. La educabilidad es la condición primordial del proceso educativo.

En cuanto al concepto de enseñabilidad, del vocablo enseña (enseñable, del lat. insignĭa, y plural neutro de insignis, que se distingue por alguna señal), que significa insignia, estandarte y señal y bilidad de cualidad. Como en el caso anterior, se refiere a la potencialidad que tienen las ciencias de informar, instruir sus saberes al sujeto, es decir, la posibilidad de ser transmitidas o enseñadas de acuerdo con los métodos y técnicas de su construcción original.

Etica para Amador

PRÓLOGO 

A veces, Amador, tengo ganas de contarte muchas cosas. Me las aguanto, estáte tranquilo, porque bastantes rollos debo pegarte ya en mi oficio de padre como para añadir otros suplementarios
disfrazado de filósofo. Comprendo que la paciencia de los hijos también tiene un límite. Además, no quiero que me pase lo que aun amigo mío gallego que cierto día contemplaba pacíficamente el
mar con su chaval de cinco años. El mocoso le dijo, en tono soñador: «Papi, me gustaría que saliéramos mamá, tú y yo a dar un paseo en una barquita, por el mar. »A mi sentimental amigo se le
hizo un nudo en la garganta, justo encima del de la corbata: «¡Desde luego, hijo mío, vamos cuando quieras!» «Y cuando estemos muy adentro -siguió fantaseando la tierna criatura- ostiraré a los dos al agua para que osahoguéis. » Del corazón partido del padre brotó un berrido de dolor: «¡Pero, hijo mío ... !» «Claro,
papi. ¿Es que no sabes que los papásnos dais mucho la lata?» Fin de la lección primera. 
Si hasta un crío de cinco años puede darse cuenta de eso, me figuro que un gamberro de más de quince como tú lo tendrá ya requetesabido. De modo que no es mi intención proporcionarte más
motivos para el parricidio de los ya usuales en familias bien avenidas. Por otro lado, siempre me han parecido fastidiosos esos padres empeñados en ser «el mejor amigo de sus hijos ». Los
chicos debéis tener amigos de vuestra edad: amigos y amigas, claro. Con padres, profesores y demás adultos es posible en el mejor de los casos llevarse razon ablemente bien, lo cual es ya
bastante. Pero llevarse razonablementebien con un adulto incluye, a veces, tener ganas de ahogarle. Ver texto completo